C uando uno se inicia en un viaje de pesca puede llegar a pensar que al llegar los peces saltarán fuera del agua y se meterán en el barco. Madagascar es un destino exigente. Requiere mucho conocimiento del entorno y por supuesto pericia del pescador. Es un lugar de contrastes, dualidades. Hay zonas en las que no verás un solo pez.
Por suerte, otras muy concretas, rebosan vida. Si se realiza un viaje en solitario, en busca de esas zonas, puede llegar a ser desesperante a la vez que satisfactorio. Por ello, ante la falta de tiempo, es una buena idea contar con locales, grandes conocedores de las zonas de pesca, nuestros guías.
Amanece. Una vez desayunados nos pondremos en marcha. Las zonas de pesca suelen encontrarse entre media hora y hora y media desde el campamento. Tiempo que aprovecharemos para montar todos los equipos y estar preparados para no perder ni un segundo al llegar.
Las profundidades están comprendidas de entre unos 30 y 100 metros. Las posibilidades de jigging son variadas. Nos permiten realizar desde slow o ligth jigging , no sin riesgo, hasta el jigging más pesado. Lo dejamos a gusto del pescador.
Los jigs recomendados serán de entre unos 80g a 300g. Tendremos que asumir pérdidas con total naturalidad, pues los atunes dientes de perro pueden llegar a unos tamaños más que considerables, por lo que traer una cierta cantidad, no es algo descabellado. Incluso alguna caña extra.
Si te apasiona la pesca, la aventura y el jigging. Madagascar es tu destino. No olvides paracetamol, la isla del dolor es un bautizo muy acorde.